Filosofía del Cimarronaje

 
 

Excerpt from Filosofía del cimarronaje (Cabo Rojo: Editora Educación Emergente, 2020), p. 140-143

Aunque mi exploración aquí del trabajo de Edizon León Castro no le hace justicia a su gran aporte a la tarea de desarrollar una fenomenología del cimarronaje, vale la pena explorar un concepto en particular que me parece que tiene resonancia con los conceptos cimarronaje sociogénico y cimarronaje analéctico. León Castro (2015, 227) aborda el cimarronaje desde el pensamiento fanoniano para explorar la manera en que el cimarronaje constituye una “acción política desde una humanidad negada, fracturada, mutilada, implosionada.” En efecto, el sujeto secuestrado del continente africano y esclavizado en el llamado Nuevo Mundo fue, al igual que el sujeto indígena, sometido a unos niveles de coerción y opresión conducentes a la deshumanización. Sin embargo, la experiencia histórica del cimarronaje y la existencia hoy de comunidades descendientes de las comunidades cimarronas establecidas del siglo XVI al siglo XVIII evidencia que “la condición de no ser, no es ontológica, aun persiste en la memoria del esclavizado su condición de humano, y ésta sí constituye su ontología existencial” (León Castro 2015, 181). Es decir, hay una tensión latente en la subjetividad cimarrona entre la afirmación de formas del saber y del ser ancestrales, aunque fragmentadas, y el peso ontológico de la colonialidad, que puede sedimentarse en la conciencia del sujeto esclavizado y cimarrón y del cual hay que liberarse en el proceso de afirmar un mundo Otro.

Es la tensión entre estos dos elementos de la subjetividad cimarrona – entre el cimarronaje sociogénico que elabora Roberts y el cimaronaje analéctico previamente discutido– la que León Castro ve operando en el cimarronaje como filosofía existencial. La experiencia histórica de la catástrofe metafísica implica que el sujeto cimarrón debe trabajar por reconstruir su Ser de manera colectiva, utilizando las memorias ancestrales como punto de partida y coordenadas orientadoras, pero atemperadas a su nueva realidad histórica. En palabras de León Castro:

el cimarronaje no piensa la libertad en términos individuales, sino que constituye un proyecto de reconstrucción colectiva del Ser, a partir de crear comunidad, la misma que se restablecerá a partir de nuevos lazos y construcciones culturales e incluso consanguíneos. El cimarronaje en su esencia es la posibilidad de volver a existir y por tanto, volver a Ser. Pero esta posibilidad no niega un acumulado histórico que ha estado operando en la conciencia colectiva del Ser. Como bien lo anota [Manuel] Zapata Olivella: “[…] el trabajo de los vivos debe enriquecerse con la experiencia ancestral acumulada en la tradición.” (León Castro 2015, 205)

Así, la subjetividad cimarrona no es una mera fuga sin más en un proceso de afirmación de la experiencia ancestral. Tampoco implica solamente una confrontación directa y frontal al sistema moderno/colonial a través de un largo proceso de descolonización. Más bien, ambos elementos están albergados en una subjetividad que se despliega en fuga, revuelta, revolución, infrapolítica, y descolonización. Esta subjetividad cimarrona, con sus dimensiones sociogénica y analéctica, se despliega en una praxis que,

hace que se vaya formando una conciencia y teoría cimarrona, lo que dentro de la filosofía de Fanon, se entendería como liberación o descolonización de la conciencia, en tanto y cuanto, es un acto colectivo que reivindica una pertenencia a una comunidad cimarrona bajo unos principios y unos valores existenciales comunes a un proyecto político, y al mismo tiempo, un proyecto existencial. (León Castro 2015, 222)

En cuento tal, en la praxis cimarrona se desarrollan “unos sentimientos de pertenencia como parte de la memoria colectiva” ancestral, asunto que “debió ser de vital importancia para desarrollar una actitud cimarrona” (León Castro 2015, 24). “La actitud cimarrona,” para León Castro (2015, 49), “es justo estar por fuera del sistema colonial y confrontarlo.” Interpreto la actitud cimarrona como un elemento constitutivo de la subjetividad cimarrona que alberga el impulso de afirmación de exterioridad o marginalidad como espacio de apertura radical, junto al impulso que apunta hacia la fractura de las lógicas topológicas de la modernidad europea para que pueda vivirse una vida plena. Es decir, la actitud cimarrona, según la interpreto, consiste en una postura ético-política en la que el sujeto afirma su humanidad a través de la creación de espacios al margen del mundo euromoderno mientras que, a la vez, labora para transformar ese mundo radicalmente.

A su vez, asumir una actitud cimarrona como parte del proceso de desarrollar la conciencia cimarrona implica una descolonización del Ser a través de un proceso en el que el sujeto cimarrón “se ‘devuelve’ la humanidad despojada (la reconstrucción-reinvención de su Ser a partir de la fragmentación)” (León Castro 2015, 157). Se trata de la reconstrucción/reinvención del Ser cimarrón a través del cimarronaje sociogénico a partir del cimarronaje analéctico. En ese sentido, coincido con León Castro (2015, 183) cuando señala que, “de ninguna manera, el cimarronaje se piensa como un retorno a lo que fue, es una re-existencia a partir de lo que fue, es decir un Ser en situación.” Por lo tanto, el desarrollo de una conciencia cimarrona es un proceso en el que primero,

Hay una conciencia de no Ser que está expresada en su condición de esclavizado. Para pasar a una conciencia de Ser se precisa primero adquirir una conciencia de no Ser (conciencia de estar/ser esclavizado), para luego reconstruir la conciencia de Ser que tiene posibilidad en el cimarronaje. (León Castro 2015, 184)

Por ello, sería erróneo catalogar las fugas de las entrañas de los gobiernos coloniales realizadas por sujetos europeos como actos de cimarronaje, pues jamás adquirieron una conciencia de deshumanización. Sin embargo, en el sujeto esclavizado, además de adquirir una conciencia de deshumanización, surge una “toma de conciencia [que] debe estar en función de saber que es posible otra forma de vida, otro tipo de relación entre sujetos” (León Castro 2015, 186-187) que se produce a partir de ese rasgo de subjetividad que sobrevivió el embate de la esclavitud y colonización.

A partir de lo anterior, podemos hablar de una “conciencia cimarrona” que “tiene que irse con todos los medios que dispone para existir. Es una lucha a muerte, porque es lo único que le restaurará su lugar de pertenencia a este mundo, a su propia existencia” (León Castro 2015, 227). El cimarronaje como filosofía de vida, como actitud y conciencia, es una postura radical dentro del mundo moderno/colonial que ha naturalizado la muerte de sujetos racializados/colonizados (León Castro 2015, 328). Ante la paradoja de enfrentar una muerte prematura en el proceso de luchar, precisamente, contra la muerte prematura que le impone el orden moderno/colonial a los sujetos racializado/colonizados, se despliega una ética del cimarronaje, a partir de la cual pienso en una praxis de liberación.